¿Nos damos un tiempo?

La gente se lleva las manos a la cabeza cuando les digo que mi marido y yo hemos pospuesto nuestra relación de pareja. Siempre tengo que aclararles que todo está bien, pero que es una realidad que entendemos, aceptamos y que no supone un problema para nosotros, porque nos queremos y lo hacemos de forma muy sólida.

Supongo que éste no es sólo nuestro caso. Creo que es el caso de casi cualquier pareja a partir del día en que se convierten en padres. Del mismo modo debo confesar también que mis prioridades pocas veces se centran en mi misma. Nuestras hijas ahora lo son todo para nosotros y eso tiene un impacto incalculable en nuestras vidas personales y sentimentales. Empieza una etapa de renuncias.

¿Es malo descuidar la relación de pareja cuando se tienen hijos? Por supuesto. La cuestión es que existe un término medio entre aquellas personas que no quieren renunciar a nada, dejando constantemente a sus hijos con los abuelos o con alguien que los atienda mientras ellos siguen haciendo los mismos planes de antes, y aquellos que muy responsables con su decisión de ser padres se vuelcan de forma exclusiva en sus hijos y dejan completamente de hacer de vez en cuando algún plan en pareja.

Personalmente empatizo más con el segundo grupo que con el primero, porque creo que hay que ser consecuentes en esta vida con las decisiones que se toman, pero todo esto con matices. Es imprescindible mimar la relación de pareja, ya que es el núcleo de la familia que hemos creado y la forma de amar que nos profesemos será la que sirva de ejemplo a nuestros hijos.

Y ¿es fácil mimar la relación de pareja cuando se tienen hijos? Pues no. ¿Os acordáis del cambio que supuso pasar de vivir cada uno en su casa a hacerlo bajo el mismo techo? Sí, sí…la deseada y muchas veces temida convivencia. ¡Pues eso! Ser padres es un cambio mil veces más brutal que el que os acabo de mencionar. Preparaos para la falta de sueño, la falta de independencia, la falta de tiempo, la falta de intimidad, la falta de paciencia y el aumento de responsabilidades, tareas y reproches.

Por cierto, ¡ojo con los reproches! Que si yo he cambiado más pañales, que si yo me he levantado más veces que tú, que si paso más horas con el bebé, etc. De eso se trata. De darlo todo independientemente de cuanto dé el otro y por supuesto del trabajo en equipo.

En fin, en cualquier caso, de todo se aprende y la gestión que hagáis de los nuevos cambios será crucial para superar con éxito todas las adversidades que implica la vida con hijos.

Nosotros de momento intentamos reservar de vez en cuando algún ratito para hacer algo los dos solos, entendiendo que ahora más bien serán pocos: por eso digo eso de que hemos pospuesto nuestra relación. No pasa nada, nuestras hijas nunca más volverán a ser pequeñas y ahora nos necesitan más que nunca. Pasar la mayor parte del tiempo en familia se supone que es el objetivo de tener hijos, ¿no?

Si pensáis ser padres ¡genial!, no pretendo para nada desanimaros, más bien al contrario si hacéis la lectura correcta del post. Si ya sois padres sabréis de lo que hablo y puede que os sintáis identificados.

¿Alguna confesión acerca de lo que implica ser padres?

Mamá inquieta